Rev. Gustavo Martínez Garavito
El lema de trabajo de la Obra del Movimiento Misionero Mundial para el año 2012 es: SOMETIMIENTO 2012, la llave que abre la puerta a las bendiciones de Dios.
“Someteos, pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7.
La palabra sometimiento en griego, tiene dos connotaciones: una pasiva, que significa someterse a, obedecer, sujetarse a, estar bajo la autoridad de, estar sumiso; y una connotación activa, que significa someter bajo fuerza, hostigar a que se someta.
Someterse significa renunciar voluntariamente al control de nuestra vida. Esta palabra se resume en Filipenses 2:6-8, donde dice: “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Aquí se nos muestra que Cristo rindió sus derechos y prerrogativas como la segunda persona de la Trinidad a la voluntad y propósito del Padre. De esta sumisión nace el deseo de sacrificarse por el plan de Dios sin importar lo que esto significaba.
Someterse al plan de Dios requiere visión clara de los planes o metas que hemos hecho para nosotros mismos, tales como: paz, felicidad, prosperidad, seguridad, amistades, familia, buena salud, experiencias agradables y lograr el máximo de nuestro potencial. Esta lista haría que nuestra necesidad de sometimiento sea opcional, pues estos planes a menudo están en conflicto con el plan de Dios para nosotros. Cuando nuestra sumisión al plan de Dios es total, afirmamos que no vivimos por estas cosas ni éstas nos dirigen, sino que simplemente son beneficios adicionales que vienen a través de la voluntad soberana de Dios.
Sometimiento es una de las cosas que más nos cuesta cumplir ya que, por naturaleza, los seres humanos no nos gusta someternos a nadie. Pero en la vida cristiana y en el ámbito espiritual, es la llave que abre la puerta a las bendiciones de Dios.
Muchos de nosotros sabemos de memoria el versículo de Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Pero este versículo, más allá de ser una frase popular entre el pueblo cristiano, debe ser vida en nuestro diario caminar. En primer lugar, debemos someternos a Dios y de esto depende que podamos resistir al diablo para que huya de nosotros.
Cuando la Biblia habla acerca de someternos a Dios, está hablando de tener una verdadera relación personal con Él, es vivir cada día agradecido, es obedecer su Palabra y convertirnos en siervos fieles de Dios que anhelan y luchan cada día por vivir en santidad.
Es cierto que nuestra personalidad carnal jamás querrá hacer tal cosa pero ahora ya no vivimos nosotros, mas Cristo vive en cada uno de los que le hemos rendido todo nuestro ser al Señor; y por esta razón, tenemos que renunciar a todo lo oculto y vergonzoso que esté evitando nuestro sometimiento total a quien nos compró a precio de sangre.
Seguramente todos anhelamos mantener una vida de bendición y que el enemigo no pueda acercarse a nosotros, pero para que esto ocurra necesitamos dar el primer paso y éste es someternos a Dios.
Nunca olvidemos el gran beneficio para la gloria y reino de Dios, que ha venido a través de la vida de cientos de personas que se han sometido a planes que no fueron los suyos, sino de Dios. Ejemplo: irse a tierras lejanas como misioneros, sin medir las consecuencias, abandonar trabajos bien remunerados o carreras profesionales para servir a una causa noble como servirle a Dios y a su pueblo.
En Filipenses 2:8 se dice de Cristo que “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Al someterse a la voluntad del Padre, se despojó a sí mismo para que la voluntad de Dios pudiera cumplirse a través de su vida, muerte y resurrección.
Él asumió vivir aquí como hombre dispuesto a someterse y a estar sin riqueza, posición, estatus e incluso, sin aceptación de los suyos pues fue rechazado por ellos. Juan 1:11 dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. En Mateo 8:20, Jesús dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Cristo, voluntariamente, se despojó de todo lo que se interpusiera en el camino de la gloria y beneficio de su Padre a través suyo.
¿Y qué de nosotros? Aun cuando los derechos, privilegios, placeres, posesiones, expectativas y planes bien desarrollados pueden ser legítimos en sí mismos, ¿estaremos dispuestos a deshacernos de ellos, dejarlos de lado y sacrificarlos? El hacerlo, nos capacita para cumplir el plan de Dios en nuestra vida.
Someternos a los planes de Dios puede significar sacrificar a nuestros seres queridos, bienes, reputación, comodidades, conveniencias, caprichos, como también esas cosas que deseamos y por las cuales hemos hecho planes. Es una gran lista de cosas que sostenemos fuertemente en nuestras manos.
Tomar su cruz, de acuerdo a la cultura de aquellos días, era un acto de sumisión y un deseo de pagar el precio y hacer lo que fuera que Dios pidiera. Histórica y culturalmente la analogía de tomar su cruz significaba dejar de rebelarse en contra de la ordenanza del rey y someterse a sus mandatos durante toda su vida. En términos prácticos, para el cristiano significa morir a los deseos y a la voluntad personal en completa sumisión a Dios e ir a hacer lo que Él nos pida. Un ejemplo de esto lo encontramos en Génesis 22 con la vida de Abraham, sacrificando a su hijo en obediencia a Dios.
Hermano, ¿cuáles son las cosas que pudiera estar pidiendo el Señor para sacrificar o abandonar y así cumplir su voluntad y propósito? Que Dios nos ayude en este año a someternos plenamente a Dios y a cumplir su propósito en nuestras vidas.